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Errores hay, alguna frase desafortunada también, aciertos y desaciertos según se mire. Negros del arroz como el de Rosario Piedra en la CNDH o el apapacho político al impresentable gobernador Samuel García, más cálido de lo que las relaciones institucionales exigen, por mencionar algunos. Pero el balance de lo que ha conseguido Claudia Sheinbaum no es poca cosa, considerando el terreno minado sobre el que recibió la estafeta presidencial.El sexenio que terminó logró su objetivo central, mejorar el nivel de vida de los sectores populares y hacerlo irreversible en términos constitucionales. Pero entre las muchas resistencias, un marco internacional desfavorable y, por qué no decirlo, algunos desaciertos que habrían sido evitables, quedaron mechas de pólvora encendidas: la inseguridad pública, la posibilidad de una contracción económica, finanzas públicas comprometidas y un déficit insostenible, la crisis de Pemex, el riesgo de un vacío de legitimidad popular tras el retiro del líder, la confrontación política con el poder judicial, liderazgos alternativos y competitivos al de la presidenta, el peligro de ser avasallados por Trump, entre otras.Nada de eso está resuelto, desde luego. Simplemente habría que reconocer que la presidenta se las ha arreglado para evitar que alguno de los frentes estalle, en otros ha alargado la mecha para ganar tiempo y en más de uno ha comenzado a dar pasos en la dirección necesaria para enfrentarlo.Es poco tiempo para hacer balances categóricos. Pero, sin echar las campanas al vuelo, se trata de 64 días en los que las cosas pudieron empeorar sensiblemente, tras el triunfo de Trump y, sobre todo, la inestabilidad económica y política que supone la salida de un líder como López Obrador y los pendientes políticos que dejó. El peso no se desplomó; por lo pronto la calificación crediticia de México no está en riesgo, lo cual no es cosa menor; la popularidad del Gobierno se mantiene; ha dejado de ser tema la sensación de incertidumbre que provocaría el hecho de ser mujer en un sistema político de hombres; nadie o pocos creen que López Obrador dirige el país desde su rancho; los empresarios siguen otorgando el beneficio de la duda; el lenguaje de las mañaneras ha dejado de ser incendiario y, no obstante, los sectores radicales del obradorismo no muestran signos de insubordinación. La presidenta ha conseguido sentar las bases para un liderazgo con identidad propia, basado en la reacción rápida, en un enorme despliegue de energía y una actitud asertiva a partir de la información y el discurso racional.Las propuestas importantes del Gobierno de Claudia Sheinbaum necesitan tiempo para mostrar resultados. La revolución que pretende para mejorar y modernizar la administración pública mexicana se llevará una porción del sexenio. Su equipo tiene que hacer un lento trabajo de zapa, pero al mismo tiempo operar 24 por 7 para evitar que alguna de las crisis estalle en la cara o se cometan errores irreversibles.Mejorar la situación de Pemex es un tema de largo plazo, por ejemplo. Se está diseñando la estrategia financiera, industrial y comercial para atenderlo, pero al mismo tiempo se encara, por vez primera, el reconocimiento de la deuda de la paraestatal con proveedores y la necesidad de ofrecer un esquema para afrontarla en el corto plazo. Ilustra el duro camino que conlleva abordar simultáneamente lo necesario, pero también lo urgente.Se trata de una labor de equilibrista, además, porque lo que puede ser un acierto respecto a un problema se convierte en un inconveniente de cara a otro frente. Otro ejemplo: Jorge Castañeda señala que “es absurdo contestarle a cuanto personaje menor opina sobre lo que va a hacer o no Estados Unidos o Canadá, desde The New York Times y Rolling Stone hasta la embajadora de Ottawa en Washington. Si no puede suspender las mañaneras, cada vez que le pidan una reacción ante tal o cual comentario o artículo, limitarse a ‘sin comentarios’. No hay manera de evitar nuevos desencuentros si conduce la política exterior en público todos los días”.Probablemente sí (y solo probablemente porque con Trump y los suyos todo es terreno movedizo y a saber qué provocaría un silencio frente a los ataques). Lo que sí es seguro es que tres respuestas seguidas “sin comentarios” desatarían una andanada de acusaciones de parte de la prensa crítica respecto a la “vergonzosa debilidad” de la mandataria frente a los insultos recibidos del exterior.Sheinbaum debe mostrar un pulso firme, porque si no lo hace la acusarían de debilidad, un rasgo que, en calidad de primera presidenta o de heredera de un mandatario como López Obrador, sería políticamente un tiro de muerte. Pero, al mismo tiempo, no puede excederse en su firmeza porque será tildada de autoritaria. Sus malquerientes un día la acusan de una cosa y al día siguiente de lo contrario, como se ha visto.La presidenta debe de generar una política de certidumbre y confianza entre los inversionistas y, al mismo tiempo, no poner en riesgo el liderazgo de un movimiento popular. Si no lo hace así muy pronto sería rebasada por la izquierda por los cuadros obradoristas deseosos de mayor protagonismo o pondría en riesgo el apoyo masivo que mantiene su gobierno, verdadero patrimonio político para la estabilidad y la gobernabilidad.El tema de la inseguridad pública es otro ejemplo. Necesita detener el avance del crimen organizado no solo por razones de Estado, ahora también para impedir que las acusaciones de Trump, distorsionadas y manipuladas, afecten el TMEC; es decir, para evitar riesgos al modelo económico por el que hemos optado (la integración con Norteamérica). Y para conseguirlo el Gobierno de la 4T tiene que ofrecer resultados inmediatos, pero sin boicotear la construcción de largo plazo de una nueva estrategia de seguridad. Nada fácil, pero es significativo lo que ha conseguido en tan poco tiempo: dos o tres operativos simultáneos a partir de inteligencia e investigación policiaca, entre ellos el denominado Enjambre para limpiar simultáneamente algunas presidencias municipales del Edomex, la detención de varios capos y operadores financieros importantes. Pero, sobre todo, el anuncio este martes de la incautación de más de una tonelada de fentanilo, una cifra histórica pues supone la cancelación de millones de dosis potenciales. Un logro relevante en apenas cuestión de semanas, considerando que hace meses la posición oficial consistía en negar la existencia de fentanilo en México.Muchas cosas podrían haber salido mal o empeorado, y por fortuna no ha sido así. Se dirá que es de poco mérito un balance en el que el mayor acierto es la ausencia de un desplome o el estallido de una crisis. Pero me parece que va más allá de eso. Sheinbaum está consiguiendo el tono para construir un liderazgo basado en el equilibrio de muchas variables inestables y, no obstante, seguir avanzando. Hasta ahora.@jorgezepedap

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