Tiempo de Lectura: 4 Minutos

Por Raul Gabriel Benet KeilLa reciente ola de cumbres internacionales —desde el G20 en Brasil, pasando por la COP29 de cambio climático en Bakú y la COP16 de Biodiversidad en Cali, hasta la APEC en Perú— ha puesto de manifiesto las tensiones inherentes entre las dinámicas económicas globales y las exigencias de sostenibilidad ambiental. América Latina, rica en recursos naturales y biodiversidad, emerge como un terreno clave donde se cruzan las cadenas de suministro globales y la acción climática.En medio de este complejo escenario, México tiene una oportunidad única de convertirse en un líder para el Sur Global, un papel que parece especialmente urgente tras la reciente elección de Donald Trump a la Casa Blanca. América Latina siempre ha sido una región estratégica para el comercio global. Países como Brasil, Chile, Perú y Bolivia son esenciales para abastecer al mundo de materias primas críticas: cobre, litio, soya y carne, entre otros. Sin embargo, esta dependencia extractivista no solo alimenta economías locales, sino también crisis ambientales que tienen repercusiones más allá de sus fronteras. La deforestación de la Amazonía, impulsada por la expansión agrícola y la minería, no es solo un problema local; afecta los ciclos de carbono globales y pone en riesgo la biodiversidad mundial. Durante el G20, Brasil intentó equilibrar su papel como defensor de la Amazonía con la necesidad de mantener el flujo de recursos hacia mercados internacionales.Este dilema, compartido por otros países amazónicos como Colombia y Perú, es un reflejo de las tensiones entre desarrollo económico y conservación ambiental. En paralelo, la COP29 en Bakú mostró otra cara de la misma moneda. Los países productores de petróleo, entre ellos Venezuela y varias naciones del Golfo, enfrentaron crecientes críticas por su dependencia de combustibles fósiles mientras intentaban defender sus economías frente a la presión internacional. Además, el gobierno de Azerbaiyán, un país petrolero, fue señalado por entorpecer las negociaciones, evitando que se establecieran compromisos claros para la eliminación gradual del uso de combustibles fósiles. Esta postura puso en evidencia las tensiones entre las prioridades nacionales de los países anfitriones y los objetivos climáticos globales.En Bakú también quedó claro que, aunque la transición energética domina la narrativa global, la biodiversidad aún ocupa un lugar secundario en las discusiones climáticas. Esto contrasta con lo que ocurrió en la COP16 de Cali, donde la biodiversidad fue reconocida no solo como un tema ambiental, sino como un pilar fundamental para la seguridad económica y alimentaria global. México: Biodiversidad, Agroecología y Liderazgo Climático. México, con su vasta biodiversidad y su experiencia en proyectos como Sembrando Vida, tiene mucho que aportar en esta intersección entre cambio climático y biodiversidad.Este programa, que combina restauración ambiental con desarrollo comunitario, no solo ha regenerado tierras degradadas, sino que también ha empoderado a las comunidades rurales, incorporando prácticas agroforestales y de agroecología que benefician tanto a la naturaleza como a las personas.En un mundo que empieza a reconocer el valor de las soluciones basadas en la naturaleza, México podría presentar este modelo como una iniciativa replicable en otras regiones tropicales. Las reformas en derechos indígenas que México ha impulsado en años recientes son una pieza clave para integrar justicia social en la acción climática. Los pueblos indígenas han demostrado ser los mejores guardianes de los ecosistemas críticos, y reconocer sus derechos y conocimientos podría ser un punto de inflexión en las políticas globales de conservación.Durante la COP16 en Cali, esta narrativa fue destacada por varios países amazónicos, pero aún falta articularla de manera coherente en el marco de la transición energética. Además, las metas de México hacia 2030 en energías renovables, con el objetivo de generar el 45% de su electricidad a partir de fuentes limpias, muestran su compromiso con la sostenibilidad. Estas metas, combinadas con proyectos de restauración como Sembrando Vida, tienen el potencial de posicionar al país como un ejemplo para el Sur Global. …… Retos del Trumpismo y los Aranceles. La reciente elección de Trump añade una capa de complejidad.Durante su mandato anterior, el ex presidente estadounidense mostró un claro desdén por las iniciativas climáticas globales, retirando a Estados Unidos del Acuerdo de París y minimizando la cooperación internacional en temas ambientales. Ahora, con su regreso al poder, las amenazas concretas de imponer aranceles a todos los productos mexicanos podrían tener efectos contradictorios. Por un lado, estos aranceles podrían disuadir la expansión de prácticas intensivas en carbono destinadas a la exportación, como ciertos monocultivos (frutos rojos, aguacate).Sin embargo, también existe el riesgo de que México reoriente sus exportaciones hacia mercados menos regulados, lo que podría fomentar prácticas menos sostenibles y aumentar la presión sobre recursos locales, como suelos y biodiversidad. Este desafío destaca la necesidad urgente de diversificar los mercados mexicanos hacia socios más comprometidos con la sostenibilidad, como Europa y Asia. La Oportunidad de la COP30. A pesar de estas barreras, la COP30 que se llevará a cabo el año próximo en Belém, ofrece una plataforma donde México puede consolidar su liderazgo. Esta cumbre, que estará profundamente enfocada en la Amazonía, brinda una oportunidad única para que México articule su visión de cómo biodiversidad, justicia climática y desarrollo económico pueden converger en soluciones globales.Presentar programas como Sembrando Vida y reforzar su narrativa de redirigir recursos de la guerra hacia la paz mediante proyectos de restauración ecológica y agroecología comunitaria podrían captar la atención de un mundo que demanda soluciones transformadoras. Para lograrlo, México deberá construir alianzas estratégicas con países amazónicos como Brasil y Colombia, mostrando solidaridad con sus luchas mientras articula cómo sus propias iniciativas pueden integrarse en un esfuerzo regional.También será crucial diversificar sus relaciones comerciales, estableciendo vínculos más estrechos con Europa y Asia, donde las cadenas de suministro sostenibles y la acción climática son cada vez más valoradas. La COP30 será una prueba decisiva para México. Si logra articular una narrativa convincente que conecte sus propuestas con las demandas globales, podría no solo superar los desafíos que plantea el trumpismo, sino también emerger como un líder indispensable en las negociaciones climáticas y de biodiversidad. En Belém, la atención estará en la Amazonía, pero México tiene una historia que el mundo necesita escuchar: una historia de paz, justicia y regeneración que podría transformar no solo el Sur Global, sino también el futuro del planeta.Teponanaztle, Cultura y ComunicaciónRadio Tepoztlán

What’s your Reaction?
Love
0%
Love
Smile
0%
Smile
Haha
0%
Haha
Sad
0%
Sad
Star
0%
Star
Weary
0%
Weary
Shares: