Que Max Verstappen tiene la mecha más bien corta es algo que parecen tener claro todos los habitantes del paddock de la Fórmula 1 menos la cúpula de la Federación Internacional del Automóvil (FIA), que no podía elegir peor momento que este para hacerle la puñeta al actual campeón, más vulnerable que nunca por el coche que conduce y por el brío con el que llegan los rivales, sobre todo McLaren. Tras dos temporadas en las que ha pasado el rodillo con el holandés al volante, Red Bull está contra las cuerdas, una impresión que va más allá de los números y las estadísticas recientes. Verstappen lleva sin ganar exactamente tres meses, desde Montmeló. Una sequía muy ilustrativa de la desorientación por la que ha pasado la escudería del búfalo rojo, desnortada desde que arrancó el curso; primero por el escándalo que a punto estuvo de costarle el puesto a Christian Horner, su director; y después por la fuga de algunos elementos clave de su estructura, como Adrian Newey o Jonathan Wheatley, el responsable de operaciones de pista.En Singapur, Lando Norris volvió a negarle el triunfo al tricampeón después de sacar provecho, al fin, de la pole que se había adjudicado el sábado. En el tren de la bruja en que normalmente se convierte esta cita del calendario, el británico le metió más de 20 segundos a Verstappen (segundo) para apuntarse su tercera victoria de este ejercicio. Esta, con total autoridad, dado que la consiguió después de liderar todas las vueltas. Oscar Piastri terminó el tercero a pesar de arrancar el quinto; Carlos Sainz lo hizo el séptimo y Fernando Alonso, el octavo.Al margen de todo lo anterior existen otros indicativos, menos relevantes pero igual de significativos, que demuestran que la confianza que Red Bull tenía hace un año ya no hay dónde encontrarla. Hace ya algunos meses, el equipo energético quiso involucrar a sus seguidores y les invitó a que mandaran los diseños de las decoraciones con las que les gustaría que los monoplazas de Verstappen y Checo Pérez corrieran este fin de semana, en Singapur, y en Austin, en un mes. Sin embargo, hace unos días retiró la iniciativa, argumentando que ese repintado podría suponer añadirle al monoplaza un kilo, un sobrepeso que en estos momentos no se puede permitir, habida cuenta de que el RB20 ya no es la referencia de la parrilla.En este contexto, con Norris recortando la diferencia de puntos que le separan del liderato que aún maneja Mad Max —ahora es de 52 puntos—, es más que comprensible que el corredor de Hasselt no esté para “tonterías”. Así definió él, y la mayoría de sus rivales, el conflicto que estalló estos días en el circuito de Marina Bay, por el lenguaje “soez e inapropiado” utilizado por Verstappen en la conferencia pública del jueves, en la que definió como “jodido [fucked]”, el prototipo que tuvo que conducir el domingo anterior, en Bakú, donde terminó el quinto, después de ser todo el fin de semana ostensiblemente más lento que Checo Pérez, su compañero. Como respuesta a este improperio, la FIA, que se ha instalado en una posición claramente en contra de este tipo de manifestaciones, le penalizó con la obligación de realizar trabajos comunitarios. En la rueda de prensa televisada posterior a la cronometrada, en la que terminó el segundo, Verstappen se limitó a contestar con monosílabos en señal de protesta, para después retar al órgano legislador del certamen, al organizar una comparecencia alternativa, con toda la prensa desplazada, en la que sí atendió debidamente a las preguntas de los periodistas.
F1: Norris se gusta; Verstappen, se calienta en el GP de Singapur | Fórmula 1 | Deportes
Tiempo de Lectura: 3 Minutos
What’s your Reaction?
0%
Love
0%
Smile
0%
Haha
0%
Sad
0%
Star
0%
Weary
Shares: