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México, más que un país pobre, es un país desigual, con suficiente riqueza para que nadie pase hambre, pero mal distribuida. En los tiempos en los que vivimos son habituales los mensajes de la llamada positividad tóxica que nos bombardean con mensajes de superación personal: si quieres puedes; tú eres tu única barrera; lo único que te separa de ser millonario es tu mentalidad. Son los designios de una época consumista, en la que la pobreza es un estigma y una culpa, más que el resultado de siglos de estructuras sociales y económicas desiguales. Mensajes como que los jóvenes no quieren tener vivienda porque no quieren o que los pobres no pagan de impuestos y viven de las ayudas del Estado han calado en el imaginario colectivo.En este episodio de Al habla… la periodista Gabriela Warkentin conversa con Máximo E. Jaramillo Molina sobre los mitos de la desigualdad en México, esos que dicen, por ejemplo, que el que es pobre es porque quiere o porque no trabaja lo suficiente. Jaramillo Molina es un académico y activista político de la Universidad de Guadalajara, autor, precisamente, del ensayo Pobres porque quieren. Mitos de la desigualdad y la meritocracia (Penguin Random House, 2024). También lleva el proyecto de divulgación Gatitos contra la desigualdad. Juntos, tratan de desmontar desde los hechos algunos de esos mitos tan arraigados.

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