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Después de contar durante una hora y media la historia de un siglo, la que comienza con su bisabuelo Salvador como subsecretario de Estado de Hacienda en la década de 1920 hasta que él conoció a Javier Milei en 2020, Santiago Luis Oría (Buenos Aires, 38 años) se da cuenta de que el primer capítulo de su serie sobre el presidente de Argentina lleva 20 minutos en línea. Gira hacia la pantalla de la computadora y abre X —la plataforma que la emite— para no terminar de perderse su propio estreno:“Perdón, es un momento crítico de mi vida y me redesconecté.”Abre el Whatsapp y sus redes sociales para ver el mapa de las emociones que ha despertado.“Ya tiene casi 100.000 vistas en media hora y 3.000 likes.”Una figura con la imagen de Javier Milei en los libreros del departamento de Santiago Oría. MARIANA NEDELCUDesde su celular le manda un mensaje al jefe de Estado con el póster de la serie y con una aclaración: que lo puede subir a sus redes. Le graba un audio al tuitero más influyente entre los libertarios, Daniel Parisini, conocido como Gordo Dan, y escribe y reescribe su propio texto para X: “Fuerzas del cielo necesito su máximo poder, que la serie de Milei sea tendencia ya, activen al máximo”. Y dice “tuqui”, una manera de decir “hecho”.Empieza a retuitear a los que celebraron el lanzamiento. Y suma un “tuqui” por cada erreté.“Dicen que somos trolls, pero somos gente que nos conocemos y estamos organizados en las redes: nadie tiene la fuerza que tenemos nosotros en las redes.”Abogado de profesión y con un lustro en la industria audiovisual argentina, Oría es el director de la trilogía Pandenomics (2020), Javier Milei: La Revolución liberal (2023) y Milei (2024). Fue el responsable de la publicidad de todas las campañas electorales de La Libertad Avanza y ocupa el cargo de director de Realizaciones Audiovisuales de la presidencia. Lleva cuatro años en el día a día de la vida de Milei.Los discos duros con el material grabado de Javier Milei. MARIANA NEDELCUEn su departamento de dos ambientes con balcón en el centro de Palermo Hollywood, en Buenos Aires, atesora el universo de ese tiempo. El atril del primer acto de campaña que se llevó, curiosamente, del San Javier, el colegio en el que su madre —Angela Goetz— es copropietaria; en las bibliotecas reposa una zapatilla negra que sobrevivió a un acto en Tucumán en el que perdió a su par; pósters de la Unión del Centro Democrático (UCeDé), el partido de la derecha argentina que en 1983 llevó a su abuelo Jorge como candidato a vicepresidente y sacó el 0,42% de los votos. Entre las tazas de Milei dispuestas en un estante de la cocina —varias diseñadas por Oría—, sobresale la que homenajea a David Bowie. “Acá pongo lágrimas de zurdo”, dice en un nuevo homenaje —esta vez a su jefe— y aclara que odia la clasificación derecha-izquierda por simple y binaria.Santiago Oría, consulta las redes de Milei. MARIANA NEDELCUPregunta. ¿Por qué una serie y X como plataforma?Respuesta. Era mucho material para una película y elegí fraccionarla en seis episodios —cada uno corresponde a una elección— y que se vayan subiendo entre este año y el que viene. En X la libertad es absoluta. En las plataformas ponen condiciones, tienen injerencia en la editorial y además debe ser rentable. Para mí es un objeto de la batalla cultural.P. ¿Cuánto pierde su trilogía al renunciar a los matices y algunos señalamientos críticos sobre Milei?R. Están las acusaciones de nazi a Milei.P. Esas son descalificaciones de los adversarios.R. No siento que haga un renunciamiento. Lo comparo con mi rol de abogado: estoy haciendo un alegato a favor de Milei, una defensa de la persona. Del otro bando habrá una persona que hará el alegato en contra. La sociedad va a ser el jurado. Soy parte de un bando que está en una batalla, en una guerra y además creo mucho en Javier. Todo hombre tiene imperfecciones. Que las críticas las hagan otros. Nos pintan como el fascismo cuando somos las ideas de Occidente clásico, que pasan por Atenas, Jerusalén y por las revoluciones liberales.Su padre, Jorge Oría, liberal anglófono y abogado de profesión, fue decisivo en su interés por la política e, inicialmente, por el liberalismo conservador. Asistió a un colegio católico —el Cardenal Newman—, tocó la guitarra en los coros de misa, misionó por provincias argentinas y participó de las peregrinaciones a Luján. “El ambiente mío, la clase alta a la que pertenezco, es católica por una cuestión social”. Cuando su padre se enfermó, entró en crisis: “Yo sentía que la Iglesia no me estaba nutriendo de poder para desarrollar el carácter, la masculinidad. Lo que me faltaba en la Iglesia, lo encontré en personas como Jordan Peterson [el conservador canadiense], que habla de construir una masculinidad positiva”. Antes de recibirse de abogado en la confesional Universidad Austral, Oría tuvo su primera crisis vocacional: contempló dedicarse al periodismo, la historia o, incluso, convertirse en sacerdote.Se asomó por primera vez a la política de calles en 2008, cuando la resolución 125 del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, que proponía impuestos extras a las exportaciones agropecuarias, provocó marchas de rechazo de los productores. Su familia tiene un campo de 3.300 hectáreas en General Alvear dedicado a la ganadería y uno en Necochea de 990 hectáreas con soja, trigo, girasol, maíz.“Más que mi relación con el campo, me despierta más la lucha contra el autoritarismo, contra la tiranía impositiva. La lucha contra el impuesto es el origen del liberalismo. El Tea Party de los Estados Unidos fue una revolución impositiva contra el impuesto al té.”P. Si usted gana 100, ¿cuánto recauda el Estado en impuestos?R. Más del 50%. Yo pago impuesto a las ganancias, impuesto a bienes personales, todos: lo más inaceptable es la presión tributaria con la que vivimos.P: ¿Y cuántos cree que es el porcentaje deseable?R. No más del 20%.P. ¿En qué país de Occidente se paga ese porcentaje?R: No tengo tan a mano los números, pero existen.P. En Estados Unidos se paga entre el 30% y el 40%.R. Antes era menos. Estados Unidos es un país en decadencia y gran parte se explica por eso.Durante las protestas contra la 125, Oría amplió sus redes y amistades y se incorporó al PRO de Mauricio Macri (presidente entre 2015 y 2019) y siete años más tarde, como parte del grupo de Esteban Bullrich, empezó a trabajar en el Ministerio de Educación.R. Estaba más en las relaciones políticas del Ministerio, no me sentía satisfecho, me sentía alguien demasiado poco importante. El PRO era cada vez más de centroizquierda, más cercano al Partido Demócrata de Estados Unidos. A mí me gusta el Republicano.Oría decidió darle una última chance a su carrera universitaria: se especializó en Derecho Tributario, trabajó en un estudio importante y empezó una maestría.“Me importaba mucho la aprobación de mis padres y mi papá no aceptaba mis inquietudes alternativas y recién me animé a cambiar el curso de vida después de su muerte. Todo el tiempo buscaba qué hacer y descubrí las entrevistas a [Martin] Scorsese, a [Quentin] Tarantino, a Sergio Leone y me di cuenta de que quería ser como ellos.”A los 29 años se anotó en la Fundación Universidad del Cine (FUC), sin necesidad de trabajar gracias a las rentas del campo.“Aunque tenía una tendencia artística (coro, teatro y radio en el colegio y una banda de heavy metal) no era un cinéfilo y me divertía el mainstream: Star Wars, Cazafantasmas, Corazón Valiente. En la primera clase en la la FUC vimos una película con una mujer desnuda. Era un clima más progresista, más de izquierda y yo era la minoría de la minoría. No podía militar abiertamente mis ideas porque no me iba a hacer amigos, me iban a bochar [suspender] los profesores. Soy de los que no se animaban demasiado a expresarse muy abiertamente y eso se empieza a quebrar a nivel mundial con Donald Trump y a nivel local con Milei. No fui un valiente de la primera hora.”Después de recibirse de la FUC, Oría dirigió su primer corto (Economía de Guerra, 2019), en el que cuenta la historia de un empresario agobiado por la crisis inflacionaria del Gobierno de Raúl Alfonsín (1983-1989) y que termina engañado por dos de sus empleados. Mientras presentaba el corto en Rotterdam, llegó la pandemia mundial y debió estacionarse en las afueras de Londres durante dos meses.Santiago Oría, el relizador de “Milei: La Serie”, en su departamento del barrio de Palermo, en Buenos Aires, 11 de septiembre de 2024.MARIANA NEDELCUP. ¿Por qué dice que la pandemia es el gran punto de inflexión ?R. Hice desobediencia civil. Salí a la calle, fui a todas las protestas, organicé fiestas clandestinas. No me vacuné hasta que mi mamá me llamó llorando pidiendo por favor que lo haga. Pero no me di la segunda dosis. Estaba todo parado, no se podía filmar. Al mismo tiempo, empecé a conocer a gente del ambiente liberal. Estábamos todos en contra de la cuarentena y con la idea de formar un partido para 2021. Me preguntaba: ¿voy a hacer cine liberal? ¿con quién? ¿hay futuro ahí?P. ¿En lo personal cuál fue el padecimiento mayor durante la pandemia?R. No sufrí lo que sufrieron otros con la pérdida de seres queridos ni con temas económicos porque el campo siguió funcionando, pero muchos amigos míos se fueron del país: a Suecia, a Miami, a Alemania. Eramos 10 todos los fines de semana y pasamos a ser cuatro. Eso me dolió mucho. La cuarentena motorizó una suerte de venganza contra la clase política: “Ustedes nos han destruido, yo ahora los voy a destruir a ustedes”.En su primer documental —Para todo argentino libre: Habla Maslatón (2020)— el extravagante influencer, broker financiero y político Carlos Maslatón hace una invitación a la desobediencia civil, a rechazar las restricciones, los barbijos, la distancia social y a no pagar impuestos Con la Marsellesa de fondo, la obra cierra con letras de molde: Arriba la insurrección, abajo la dictadura.“Maslatón me fascinó porque me gusta el cine de personajes así —como Fitzcarraldo de [Warner] Herzog—, que están muy por fuera de la normatividad social. Maslatón me enseñó mucho a pensar el pasaje del liberalismo elitista al liberalismo popular, del liberalismo de fundaciones al liberalismo de barricada política. Ese Maslatón que yo conocí, que sigo admirando y queriendo, para mí murió: se ha traicionado a sí mismo y a nosotros [Maslatón hizo su propio pasaje de promotor a crítico feroz de Milei].”En junio de 2020, la madre de un amigo de Oría, Carolina Barros, una directora de Corporación América, la empresa de Eduardo Eurnekian en la que Milei trabajó más de 10 años, vio Habla Maslatón y se ofreció como puente para que conociera al hoy presidente. “No había leído sus libros, pero ya me parecía el número uno del liberalismo y no era ni un 1% de lo que es ahora”, cuenta Oría. Le propuso hacer Pandemonics, la versión audiovisual de su libro homónimo.En una fábrica de Moreno —el dueño, Valentino Summo, se la prestó y figura en los créditos como jefe de producción—, Oría recrea un mundo subterráneo, de catacumbas con jóvenes libertarios que se enfervorizan con la llegada del entonces panelista de televisión vestido con campera larga de cuero negra y pelo alisado.“Javier, ¿qué hicieron de nosotros? ¿Qué hicieron de la Argentina con esta cuarentena?”, le pregunta Oría.El director recorre la Ciudad de Buenos Aires de noche y la muestra con drones. En el regreso a las catacumbas, aparece la cosplayer Lilia Lemoine (hoy influyente diputada nacional) con una valija para vestir a Milei de capitán Ancap y todos juntos —también los jóvenes y el propio Oría— destruyen una maqueta del Banco Central. Cuando Milei y Lemoine se van en auto, suena una canción premonitoria de Una bandita Indie de La Plata:Javier Milei futuro presidente, Javier Milei el último punk, siempre en contra de la presión tributaria.“En Pandenomics gasté 3.000 dólares, Javier no me cobró nada y nos hicimos amigos. No la voy a defender a nivel cine. Recién en La revolución liberal me sentí orgulloso de lo que hice. Además, ordenaba cómo nos entendemos a nosotros, de dónde venimos, quiénes somos, quiénes son nuestros enemigos, cuál es la actitud espiritual que tenemos que tener.”P. Ahí usted habla a cámara y en algún momento dice que Milei…R. Es un genio porque esto no existe sin él. Es el primer liberal exitoso fuera del siglo XIX, donde todos eran así porque eran las ideas prominentes. Le imprimió al liberalismo un carácter épico que el liberalismo no tenía. Era más de viejitos, más de amargados.P. Es la primera y única vez que Karina Milei [hermana del presidente y secretaria General de la Presidencia] habla en público.R. Le dije que sumaba muchísimo por la cuota de feminidad y de dulzura. En las grandes épicas como La guerra y la paz está el conflicto a gran escala político y la parte sentimental, humana, familiar. Está el conflicto político macro de Javier Milei contra el sistema, pero al mismo tiempo es la relación entre dos hermanos que se quieren muchísimo desde chiquitos. Uno es el ángel guardián del otro. Después empezaron a inventar que había un amor erótico. Karina es una gran líder con muy buena lectura de la realidad política, muy buen entendimiento de cómo formar equipos.P. ¿Por qué no habla en público alguien que es tan importante?R. A mí lo que me dijo es que nunca se quiso colgar de la fama de su hermano. Que prefiere trabajar y que sus acciones valen más que sus palabras. El periodismo es muy rapaz y va al ataque, a encontrar el error, el defecto.P. Usted se ubica como coprotagonista de la historia en La Revolución liberal. ¿Cuál es su marca distinguible?R. Mi aporte, mi granito de arena, es que todo esto sea con una gran empatía con las personas que sufren las consecuencias del sistema y resaltar la dignidad de las personas que se acercan a Javier. Mi otro aporte es el corazón. Tocar la fibra humana y sumar a la prédica ideológica de Javier.American Dharma, el documental de Errola Morris sobre Steve Bannon, cambió la vida de Oría. En una de las tres entrevistas con EL PAÍS lleva una campera muy parecida a la que usa el asesor de Trump. “Era de mi papá”, aclara.P ¿Quién ocupa el lugar de Bannon en el mundo de Milei?R Si en la campaña había un Bannon, era yo. Pero Bannon tenía más injerencia porque era jefe y yo estaba limitado a lo publicitario, aunque di mi opinión en temas más amplios. Me inspiré en muchas cosas de él: que esto es a todo o nada, que esto es una guerra. Somos un movimiento antiestablishment como lo es Trump en los Estados Unidos. Bannon identifica lo mismo.P. Pero se dirige más explícitamente a la clase trabajadora, a ser el partido de los trabajadores.R. Nosotros también: los laburantes, los argentinos de bien. Somos un partido de la clase trabajadora que ya no la representa ni el peronismo ni la izquierda. Milei es el que ahora representa a los trabajadores.P. En la campaña de 2023…R. (se adelanta) Había que pensar en una publicidad distinta y que sea económica. Rompimos con la idea de Jaime Durán Barba [asesor de campaña de Macri] de que las palabras son vagas para que cada persona rellene con su mente, o los vagos “esperanza” y “cambio” de [Barack] Obama. Hicimos una campaña con clara ideología liberal en la que identificamos un enemigo —la casta— y el campo propio, la gente de bien. No usamos actores ni extras y el candidato hablaba siempre a la cámara sin nada que ocultar. Y un gran trabajo de redes.P. ¿Qué aprendió de ver a Milei en el uso de las redes?R. Entiende mejor que todos lo que impacta y lo que no impacta. Hay muchos ejemplos. Cuando pone el tablero del “afuera” de los ministerios se hizo famoso en el mundo. El tenía el plan motosierra y algunos le decían que usara una motosierra y yo decía que no, que esperáramos a que surgiera espontáneamente. Así pasó. Alguien se la dio.P. Con el poder de las redes, ¿creen que pueden contrarrestar a los medios tradicionales?R. Sí, es nuestra única herramienta, nuestra manera de contestar con lo que no estamos de acuerdo. No hay afectación de la propiedad de los medios como hacían los Kirchner. El presidente contesta cuando cree que algo es falso. No es la prensa libre contra un presidente autoritario.P. Usted sigue activo en foros liberales en los que se habla de los temas más variados, como la idea de la monarquía libertaria.R. Eso no tiene absolutamente ninguna entidad. Lo realmente importante, y por lo cual el presidente tiene un consejo de asesores, es la transición del esquema estatista al esquema liberal. En los foros a los que te referís, la discusión más en serio es la armonización de las distintas derechas. Cómo conviven liberales, conservadores, libertarios y patriotas que es la nueva nueva manera de llamarle al nacionalismo. A nivel local es cuánto peronismo, cuánto radicalismo y cuánto PRO adentro.El domingo pasado por la noche, Javier Milei recurrió a la cadena nacional para presentar en el Congreso de la Nación el presupuesto nacional con “déficit cero” y la promesa de continuar con los recortes. Oría estuvo a cargo de la puesta audiovisual.P. Como liberal, ¿cuánto le choca el uso de las cadenas nacionales?R. No era nuestro principal caballito de batalla. Las cadenas son una herramienta para comunicarse con la población. Mientras no se abuse de ella, me parece válido.P: ¿Cuál es su función específica en la Presidencia?R. La comunicación del Gobierno a nivel audiovisual y supervisar cada vez que filmen o fotografíen a Milei. Que sea una iluminación y puesta de cámara que lo favorezca. Preparar las cadenas sociales, supervisar todos los videos oficiales. Como soy hombre de partido, sigo haciendo los spots del partido.P. ¿Comparte la idea de que el presidente hable básicamente con medios y periodistas afines?R. No es un tema mío decidir eso. Yo voy a donde me manden. Mi rol es cuidar que no le hagan daño, cuidar la magistratura. Es una especie de seguridad audiovisual.P. El Gobierno ha hecho grandes recortes en Cultura y quiere cerrar el Instituto Nacional de Cines y Artes Visuales (INCAA).R. Idealmente el cine debería ser una actividad privada. No estoy completamente en contra de que haya alguna clase de financiamiento al cine y a las actividades artísticas y culturales. Es un escándalo que se financie la cultura con la pobreza y el hambre que hay. También es escandaloso cuando se transforma en una herramienta de creación de un pensamiento único y de sistema que favorece a los mismos que son los amigos.P. Entonces la comunidad del cine, que es su comunidad, ¿tiene que resignarse a buscarse otra actividad si no es rentable en el sentido que ustedes plantean?R. Me parece que hay que saber distinguir entre el patrimonio histórico que realmente es propiedad de todos y las modas ideológicas. La diferencia entre cuidar el legado de Gardel, por ejemplo, a promocionar el cine LGBT, porque es una moda actual.P. Pero usted rescata de la nueva derecha su vitalidad, sus nuevos temas.R. Si el mercado no lo sostiene es porque la gente no lo quiere, y eso es propaganda con la que se quiere manipular a la sociedad.P. Usted dijo que hizo la serie con su dinero.R. Podes ver mi declaración jurada y verás que tengo los recursos para hacerlo. Son ingresos de renta.P. ¿Cuánto salió la serie?R. Eso es información muy privada.P. La mayoría de los cineastas cuenta lo que cuestan sus películas.R: Bueno, entre 3.000 y 5.000 dólares por mes. Este episodio me llevó tres meses.P. En el cine de los últimos 20 años ha habido documentales con acceso a líderes políticos —Al borde de la democracia de Petra Costa o Imelda Marcos: poder en la sombra de Lauren Greenfeld, por citar dos casos— donde se muestra la intimidad del personaje principal. En su trilogía, Milei solo aparece entrevistado por usted, por otros o en actos públicos.R. No me gusta el morbo de la intimidad, la parte privada. No me parece relevante.P. No es necesariamente revelar cuestiones de su intimidad. Esas directoras muestran la cotidianidad para contar mejor a la persona que quieren retratar.R. ¿Hamlet se tiraba pedos? Probablemente sí, pero no es parte relevante de la obra.R. Dos de sus más admiradores directores lo hacen: Errol Morris con el ex secretario de Defensa Robert McNamar, en Fog of war, y Herzog con Mijail Gorbachov. Es verlos un poco fuera de foco.P. Por el momento no integra mi búsqueda estética. Javier está siempre expuesto.P. ¿Le gustó a Milei la serie?R. Le gusta mi trabajo y por eso estoy donde estoy. Le gustó más la serie que la película. Nos vamos acercando.P. ¿Qué hay de Rocky y de Star Wars en el Milei de su obra?R. Son historias universales. Rocky es una historia universal del que pelea de abajo, de David contra Goliath. Star Wars es la historia arquetípica de la rebelión contra un imperio autoritario y centralizado.P: ¿Quién sería Milei en Star Wars y quién Darth Vader?R. Milei es Sky Walker; [la vicepresidenta] Victoria Villarruel, Leia; Darth Vader es Alberto Fernández [presidente 2019-2023] y la emperadora es Cristina. Yo soy uno de los robotitos que sigue a Milei a todos lados con las tecnologías.Sigue toda la información internacional en Facebook y X, o en nuestra newsletter semanal.

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